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jueves, 3 de julio de 2014

OEA: "Se llaman fondos buitres no de manera peyorativa, sino ajustada a la verdad"

José Miguel Insulza preside reunión con cancilleres de las Américas,
en la que se trató el litigio interpuesto por bonistas minoritarios
contra el estado argentino en tribunales de EE.UU.
(fotos: Juan Manuel Herrera/OEA)

(Discurso del secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, en la 28ª Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, 3 de julio de 2014, Washington D.C.) Les doy la más cordial bienvenida a esta Casa de las Américas. Una reunión de consulta como ésta proporciona el escenario más visible de nuestro hemisferio para informar y discutir sobre un tema de la importancia del que enfrentamos hoy.

Nos reúne aquí hoy una situación que se arrastra por bastante más de una década, que afecta a uno de los países miembros de nuestra Organización, pero que reviste un indudable interés para todo el hemisferio. 

La situación provocada por la acción de los fondos especulativos en contra de la economía argentina no sólo amenaza la estabilidad financiera de este hermano país, sino que además daña gravemente los mecanismos de reestructuración de deuda soberana que se han venido desarrollando, con el acuerdo de los organismos internacionales de crédito, para permitir a numerosos países superar sus crisis de deuda y ponerse nuevamente en la perspectiva del crecimiento.

Enfrentamos aquí una triple paradoja. 

Desde hace mucho tiempo se ha extendido a través de todo el mundo un sistema de responsabilidad limitada por el cual una empresa o corporación que se declara en quiebra responde solamente hasta el monto de sus haberes y en ningún caso el cobro de sus deudas puede afectar el patrimonio de sus accionistas. Las legislaciones nacionales establecen, en todo el mundo, mecanismos a través de los cuales sus empresas pueden pagar ordenada y paulatinamente a sus acreedores e, incluso, reiniciar sus actividades en condiciones que les permitan una nueva oportunidad; y también aseguran a los accionistas o depositantes que ese perjuicio no los afecta. Cuando se trata de grandes corporaciones, esa responsabilidad limitada se ha hecho aún más explícita y ha dado origen a una frase con pretensiones casi éticas: “Too Big to Fail”, indicando que las cantidades de interesados, accionistas o depositantes, que serían afectados; el derrame de las pérdidas hacia otras empresas; la cantidad de empleos que se pierden; el efecto general en la economía, obliga a rescatar a esas empresas.

En la economía global, esta responsabilidad limitada no está consagrada. La única posibilidad que los estados soberanos tienen para reestructurar su deuda es alcanzar acuerdos colectivos con sus acreedores, con el respaldo del sistema internacional. Esta fórmula permite conciliar las demandas de los acreedores (muchos de los cuales ya han recibido ganancias importantes por vía de altos intereses cobrados) con la necesidad de los países de crecer para no causar daño a sus pueblos, especialmente a los sectores más vulnerables y, además, pagar la deuda reestructurada.

Sin embargo, parece ser que para algunos actores indeseados en esta economía global, la eventual quiebra de un estado, con enormes daños para sus ciudadanos, especialmente los más pobres, nunca es “too big”. Al contrario, la crisis es siempre una oportunidad para ellos. Por eso se llaman fondos buitres, no de manera peyorativa, sino ajustada a la verdad: merodean incansablemente por la economía global, buscando sus partes débiles, para comprar empresas en crisis y desmantelarlas o para comprar a precio vil deudas de difícil cobro o aprovechar adecuadamente las dificultades de un país para obtener dinero en los mercados internacionales y comprar sus bonos con un muy alto rendimiento. Y no importa que quien gobierna ese país no haya contraído las deudas, que ellas hayan sido producto de políticas erradas o que esto redunde en el aumento de la pobreza. Comprar a 10 y ganar 1000 es lo que buscan los “fondos buitre”, cualquiera que sea el daño que produzcan en un país y su población. Compran barato y ganan mucho.

Pero hasta ahora pensábamos que este era un negocio de alto riesgo. Ahora resulta que no lo es.

Dijo el presidente de Argentina Néstor Kirchner en su memorable discurso en la Cumbre de Monterrey, México, en enero de 2004 (cito):

… ”los acreedores privados (deben) asumir que así como en su momento obtuvieron altísimos intereses, que les cubrieron de pérdidas un 30 por ciento anual, ganando en un año lo que otros ganan en 30, habían asumido un fuerte riesgo que hoy deben afrontar. Era en definitiva la envergadura del riesgo que asumían. Es una regla del capitalismo serio que los altos intereses respecto de la media internacional indiquen que el inversor ha optado por el riesgo en detrimento del valor seguridad”.

“En la mayor crisis de mi país -agregó el presidente- me tocaba gobernar la provincia de Santa Cruz y retiré los fondos de mi país llevándolos a la Reserva Federal de los Estados Unidos a una tasa de un 1 por ciento anual, mientras había gente que invertía en mi país al 30 por ciento anual, ganando en un año lo que nosotros nos proponíamos ganar en 30. Cuando uno tiene altas tasas de interés asume como meta el riesgo y no la seguridad de la inversión. En esas condiciones no resulta ni moral ni racional la protección que por allí se postula a favor de quien manejó sus fondos como si concurriera a un casino de juego" (fin de la cita).

Ahora se dice que los que apuestan en el juego especulativo de las finanzas internacionales pueden cometer cualquier exceso, porque siempre serán protegidos de la misma manera que aquellos que ejercen la prudencia y aceptan reglas del juego más limpias y solidarias.

El segundo aspecto de la paradoja es que los esfuerzos por crear un sistema de reestructuración de la deuda soberana que proteja los intereses legítimos de los tenedores de bonos, y a la vez evite que los países se vean impedidos de crecer y atender las necesidades urgentes de sus ciudadanos, agobiados por el peso de su deuda, encuentren el espacio suficiente para hacerlo; se encuentran ahora hipotecados por una decisión que dice que el que acepta una renegociación y el que no la acepta debe pagarse al mismo tiempo.

Mejor que yo, lo dice el “Amicus Curiae” presentado por el gobierno de Estados Unidos ante la Corte de Apelaciones del Segundo Distrito (cito):

“The District Court´s interpretation of the pari passu provision could enable a single creditor to thwart the implementation on an internationally supported restructuring plan… Allowing creditors recourse to such an enforcement mechanism would have adverse consequences on the prospects for voluntary sovereign debt restructuring, on the stability of international financial markets and on the repayment of loans extended by international financial institutions” (fin de la cita).

En otros términos, ¿quién va a concurrir a una negociación para recibir un porcentaje de la deuda original, si la negociación exitosa de otros le permitirá cobrar judicialmente el total?

Pero la peor paradoja es que, aunque los gobiernos de todos nuestros países y los organismos internacionales que hemos formado, están de acuerdo en que se está llevando a cabo una injusta aberración, no aparezcan hasta ahora los instrumentos para corregirla. Espero que esta reunión de consulta sea útil para ello.

Señores ministros, señores delegados. Concluyo recurriendo nuevamente a las palabras de Néstor Kirchner en Monterrey:

“Asumiendo que nuestra deuda es un problema central mantenemos una posición que nos interesa aquí reafirmar: no podemos pagar de un modo que lesione las perspectivas de crecimiento económico y la gobernabilidad generando más pobreza, hambre, exclusión y conflictividad social. Esto ya se hizo y el resultado fue poner al país al borde de la ruptura institucional y la desintegración social… Nadie obtendrá beneficios si se ahoga el crecimiento de nuestra economía. La falta de crecimiento imposibilitaría pagar siquiera lo comprometido con los organismos multilaterales; la falta de crecimiento mataría nuestras esperanzas…”.

Un año después, en 2005, Argentina alcanzaría la primera renegociación de su deuda, seguida de una segunda en 2010 y ha ido pagando sus deudas, gracias al crecimiento de su economía. Ayudemos a que aquellas esperanzas se sigan haciendo realidad.

Muchas gracias

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.

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